En este mundo inverosímil en que
nadamos contracorriente como podemos, es de noche ya en el conurbano bonaerense,
acaban de tocar mi timbre, miro por la ventana, dos cuerpos en la penumbra, una
voz masculina pide algo para comer, dice me arrodillo y lo hace, alterado en
sus movimientos.
La noche, las secuencias que suceden a diario, la pobreza, mi ingreso
escaso, digo discúlpame no tengo nada, con dolor; si fuera de día me digo. Se
va, y yo sigo diciéndome discúlpame discúlpame…y esa duda me duele, ¿Era
verdad? ¿Soy cobarde? ¿Un pan podría haber dado? me duele mi tierra llena de
vacíos como aquellas mujeres que paren por un mango miserable y quedan con los
brazos vacios, no debemos romantizar situaciones; pero dramatizar la verdad
potente nos deshilacha la vida y sabemos que tenemos que luchar como las
plantas en esta primavera que está empezando.
Florezcamos contra todo lo nos violenta económicamente y nos encaja en
tantas consecuencias que no elegimos.
mabel casas