lunes, 31 de diciembre de 2018

San Telmo, Buenos Aires





















                Bien aparecidos camaradas, la voz subía los escalones con nosotros, me diste tu mano y llegamos al viejo piso a cuadros de la milonga.
                Un tango, mis tacos, tu sombrero, regresar y el abrazo;  los puntos en la baldosa. Bailamos la noche, la madrugada. La mañana nos encontró pintados en el inmenso mural de la pared.
                Y ahí nos quedamos en el beso, en las sábanas tibias de bandoneón, con el sabor del vino de Neruda.

                Yo noche, vos Julián.



mabel casas       

lunes, 26 de noviembre de 2018

Réplica

























" Al principio estuve a punto de rendirme.
Creí que jamás podría aguantarlo.
Sin embargo y pese a todo, he aguantado.
Pero no me preguntes cómo"
Hienrich Hei


  Por qué guardé estos renglones, preguntás. Tantos cajones fueron cambiando, al principio, los cuidaba como un mítico mensaje del destino y acepté. Te acepté
  Mejor interpretalo como: te aguanté. Pero eso terminó, hoy se cómo lo hice, fui sombra, silencio, lágrima cerrada, sometimiento del deseo, en mi jaula de pulcros, de tu voz y tu orden reglado. Mujer atrás.
  Bien , lo leíste, te regocijaste, me diste el punto justo de reacción y rompimiento; del papel viejo y del vetusto papel de lo femenino. El aguante, querido mío, hoy es sólo para desnudarme de la rendición, desalojarme y salir a rozarme libertaria con mi género.


    mabel casas

martes, 16 de octubre de 2018

Fue ahí...




 Olor a parto, dijo niña. La sujetaron. Lo repetía y creció. Cómo me pariste Cecilia, interpeló a Ema, a quién suponía su madre. Descubrió. Miles de fotos, una ;susurró Cecilia. Gritó ¡Olor a parto mamá!


msbrl casas



(convocatoria de Abuelas de Plaza de mayo, para minicuentos por la identidad) 
imagen: foto de Annie leibovits 2009

martes, 11 de septiembre de 2018

A Frida






   
    Ella no cabía en su cuerpo ni en su cama. Volvió tantas veces a los clavos. No fraguo escenas de martirio, siguió con sus colores tatuados en la piel, en las telas, en su pelo. Se quemaron otras veces sus flores, su jardín, sus amores. Pero alguna vez llovía, en sus ojos, en el fuera, y la casa, el patio, sus labios volvían a ser rojos. 

  Nada de muerte sus dolores, una mueca, un verso, un grito al destino, a Diego; y brotaban cuadros entre calas de los otros, arañas prendidas a sus brazos. Y  las ideas de lucha, con el mundo, con ella, con las ruedas.

  Tus cejas no se fueron, estás aquí en las mujeres que te llevan.

mabel casas 



imagen:pinterest