Bien
aparecidos camaradas, la voz subía los escalones con nosotros, me diste tu mano
y llegamos al viejo piso a cuadros de la milonga.
Un tango, mis tacos, tu
sombrero, regresar y el abrazo; los
puntos en la baldosa. Bailamos la noche, la madrugada. La mañana nos encontró
pintados en el inmenso mural de la pared.
Y ahí nos quedamos en el beso,
en las sábanas tibias de bandoneón, con el sabor del vino de Neruda.
Yo noche, vos Julián.