“no celarás la mujer del prójimo”
Guerrero el mar. Lo sentía resistir y venirse. Soy su hija, se decía,cunas de Tritón enarbolado fueron las nodrizas de Marina.
Nacer allí no se puede explicar, se crece enamorada, enarrimada con él; hasta que éste va reconociendo cada orilla de su desnudez. Ya era una mujer, no su hija.
Marina lo escribe, lo dibuja, lo canta y lo odia al fin.
Cuando se casó con Manuel, comprendió su obediencia a las mareas. Con un hombre como su marido, descubrió que era amar y convivir sin sentirse cautiva e invadida,
Pero cela el océano, espía, enfurece; maltrata a sus amadas.
Atrapó a Manuel, no lo dejó volver y anegó la casa en que vivían.
Ella se arrancó hasta su propio nombre: Marina. Desapareció.
En el fondo de su desierto, se afincó entre montañas, no, ellas no la celarían; las sintió sus hermanas. Les contó del líquido asesino, ella ya era una más. Ahora, Roca, su nombre.
Con el tiempo, convenció a sus iguales para desmoronarse juntas, rodar y acabar con el mar.
No habría más celos que violen al género, ni maten a sus amores.
2 comentarios:
¡Qué venganza!
la mística
la realidad
la roca solo puede ser el el alejarse
que golpea
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