domingo, 28 de agosto de 2011

La roca







“no celarás la mujer del prójimo”


Guerrero el mar. Lo sentía resistir y venirse. Soy su hija, se decía,cunas de Tritón enarbolado fueron las nodrizas de Marina.

Nacer allí no se puede explicar, se crece enamorada, enarrimada con él; hasta que éste va reconociendo cada orilla de su desnudez. Ya era una mujer, no su hija.

Marina lo escribe, lo dibuja, lo canta y lo odia al fin.

Cuando se casó con Manuel, comprendió su obediencia a las mareas. Con un hombre como su marido, descubrió que era amar y convivir sin sentirse cautiva e invadida,

Pero cela el océano, espía, enfurece; maltrata a sus amadas.

Atrapó a Manuel, no lo dejó volver y anegó la casa en que vivían.

Ella se arrancó hasta su propio nombre: Marina. Desapareció.

En el fondo de su desierto, se afincó entre montañas, no, ellas no la celarían; las sintió sus hermanas. Les contó del líquido asesino, ella ya era una más. Ahora, Roca, su nombre.

Con el tiempo, convenció a sus iguales para desmoronarse juntas, rodar y acabar con el mar.

No habría más celos que violen al género, ni maten a sus amores.


2 comentarios:

Colombina dijo...

¡Qué venganza!

mabel casas dijo...

la mística
la realidad
la roca solo puede ser el el alejarse
que golpea