Hay un silencio despierto.
Socavado en periplos de confusión externa. Es un viento sobre rieles o rebajes
de autopista, con filtros de tumbadoras dentro de una boca vastísima, por donde
una estampida de río, mece en subterráneo. En segundos en cambio, el silencio
pesa, se hace neutro e interviene en estado catatónico. Pero la razón escucha.
Roque y Juana están atentos
y se sienten parte del estruendo y del vacío. Ellos son de ese sur
conurbano…que en su génesis fue bautizado Villa las rosas. Cuando el arte, el
viento, el silencio y el agua, eran asiduos compartientes de sus amores y círculos
al calor del mate. Cada sensación y efecto eran naturales, no se olía ese pasto
desconcertado, solo rosas.
Es que el barrio guarda un
secreto, de esos que nadie habla, del no te metás cobarde o del gran miedo.
Anterior a que ellos vivieran sobre esa calle. Se mantuvo a boca cosida durante
años por vecinos que supieron que presenciaron, que arrastraron la culpa de su
veda algunos y otros que apoyaron los métodos perversos. Un joven estudiante
fue acribillado justo sobre la vereda que hoy ocupa la casa de Juana. Era dictadura,
muerte fácil, alguien que concernía a “la ley” desde el pasillo en que vivía
vió apoyar los libros al muchacho sobre su auto, seguramente un puto cordón
desatado usó mal su libertad de nudo, te roban, me roban se escuchó y la vida
en los libros y sus manos, se fue de golpe a tientas de una bala. Se lo
llevaron, lo trajeron, le pusieron un arma entre su cuerpo, los diarios del día
siguiente titularon “subversivo abatido”. Los que vieron, los que actuaron, solo mudez encubriendo a la verdad por el
gran miedo o delito de lessa humanidad.
Alguien le contó a Juana
añísimos después, con el dolor de su vieja conciencia en terapia por tal causa,
sin nombres ni detalles a localizar; pero a sabiendas que fue un asesinato a
sangre fría.
Así callan las calles de
aquellos años, pozos excavados extraños, NN enterrados, niños adoptados
clandestinos, aquella digna loca que aparecía de noche gritando están todos
enterrados aquí abajo y golpeaba las puertas de cada casa aterrorizando por su
agresión, ¿qué sabría? Todo flota denunciante en menos de dos cuadras, cuanto
habrá en este vasto territorio de Jujuy a Tierra del fuego, levitando, hablando en quedamente para ser oídos hoy. Aún
falta aprender a escuchar más.
Ahí están Roque y Juana,
descifrando el silencio; son ya dueños de esas sensaciones, aunque traducirlas
es lo más difícil para darle entidad e identidad a este presente de hoy. País y
pueblo. Intenso y violento. Pasado y presente.
Complicados en íntimo.
Tratando de ponerle nombre a las fallas de sus amores juntos,
cuando eran; solo rosas.
foto: solseri-foro interactivo
6 comentarios:
Muy fuerte Mabel, el duro recuerdo de la dictadura. Los que transitamos aquel momento, hoy no podemos entender nuestro silencio, nos taparon la boca con terror y un mundial de fútbol.
Un abrazo.
Afortunadamente para mi, que no viví aquella experiencia, no puedo sentir con la suficiente intensidad tu relato, Mabel.
Sólo puedo tratar de imaginar. Y sólo con imaginar he logrado sentir tu historia tan desgarradora, tan exquisitamente contada.
Bravo, Mabel. Me ha gustado mucho.
Felicidades, amiga.
Un abrazo.
MABEL exelente relato ,hay que tener
"ovarios" para escribir como vos lo hacès.
sos mi referente, "ÌDOLA"
besitos y gracias por pasar por mi blog
moli
comparto tu comentario, duro,diifícil de masticar; por eso no hay que apagar la memoria
gracias por pasar
un abrazo
fernando
gracias por sensibilizar con lo relatado y por alimentar mi tinta con tu manera de decir que escribo.
de todos modos en tu país com en la mayoría ha habido una historia negra
que conviene no olvidar y tener clara la mirada
un abrazo amigo!
meryross
bueno ovarios aún quedan...es un granito de arena para adjuntar y agrandar la memoria
de ídola naa...vos también me dejás tema para escribir
besos
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