Cruce al otro lado del río. El cartel lo decía. ¿Era una orden o simplemente una información vial? Cuestión de comas, quizás.
Jeremías no tenía nada
urgente que hacer con sus huesos, unos matorrales impedían la visión, buscó,
encontró y cruzó En la mitad del raído puente paró a embeberse del entorno. El
agua corría con una perceptible tonada que invitaba a entregarse, a distenderse
sobre el movimiento audible, milenario.
Podía verse la cuna del fondo, transparente denunciando piedras y peces
lentejuelas en fiesta colectiva; en rumbo de proyecto, en allá vamos.
Y fue, terminó de llegar al
otro lado. El otro lado del río. La otra orilla, el otro costado de aquella
orden sentida. Cruce.
Mucha hoja seca, mucho brote, intensas flores silvestres, un páramo distinto, olores
libres, sombras verdes, pájaros amparando pensamiento.
Por donde vas Jeremías,
parece que saliste de un trozo de ciudad llena de ajenjo y ahora te sobra
paciencia para volverte parte, entra en este proyecto dulce que no tiene tapia
y alienta a estimular los pasos, nada te es ajeno.
Parecía haber olvidado la
misión que le había sido encomendada. Tal vez su inconsciente sugería
olvidarla.
Una batea, ropa en remojo y otra tendida a los brazos de viento;
tenue y recibidor. Muchas vasijas añejas con malvones rojos y un aroma
encontrado, en revuelto lento, en
llamamiento de mesa ancestral. Lucinda presintió los pasos, ardió en el
miedo, la buscaban. Armada de un tronco
leña, pero no vencida, se apostó. Me
encontraron, demasiado tiempo en este techo de guarda para luchar de nuevo.
Jeremías vió a la mujer del
otro lado del río, volvió a su mente, al mandato, a su función. Encuéntrela, le
dieron datos, nombre, es la india Qom que anda arengando a su comunidad apara defender
su tierra; la que hay que limpiar para la empresa extranjera. Mátela, deber de
patria.
Ella vió el uniforme verde,
paradoja de la naturaleza que amaba. Vió
un fusil apuntando.
Los dos de frente .Mátela, sonó
en su dedo que debía percutar.
Ambos decían con su tez la
procedencia de pueblos originarios. Por eso lo habían mandado por baqueano de
la zona.
Él no
pudo accionar su reglamentaria.
Lucinda, me llamo Jeremías,
te tenés que entregar, dijo sin convicción por apresarla. Muerta, dijo ella sin
decisión, por acercarse al arma. Ambos se preguntaron a sí mismos, dónde están
tus agallas.
En ese punto, sin que ellos se
anoticiaran, insospechado temporal se abrazó a la tierra, a ellos, a sus voces.
Corrieron juntos a salvar la ropa tendida y juntos entraron a la tapera con
fuego prendido y comida caliente. Él reforzó la puerta, ella sirvió dos platos,
sólo hablaron las cucharas y las mantas anocheciendo de abrigo.
Muchos días después, sacaron
juntos el cartel que anunciaba el cruce del río. Y planearon cómo acercarse al
día y a la noche. Cómo enviar sugerencias de actuar y obtener papeles de
propiedad de las tierras que eran de sus hermanos de raza. Pasados los meses,
ellos ya habían decidido su propio futuro íntimo. Habían fundado un nuevo
pueblo originario en ese páramo, tenían su primer crío que lo atestiguaba.
Ahora eran un hombre y una
mujer, al otro lado del río.
12 comentarios:
Me encantó Mabel, esta historia es muy nuestra, aquí en la ciudad no nos enteramos de lo que ocurre en esos lugares. Te felicito por la calidad de tu cuento.
Un abrazo amiga.
que lindo, me encantó!
Una historia que va más alla de lo cotidiano, pasa por aquello de las obediencias debidas y sus renuncias... cuantos rios de sangre se hubieran evitado si muchos Jeremias se encarnaran en estos personajes para arrancar carteles y seguir sus propias señales!!!! magnífico Maby!!!!!.un cuento que sin saber de podios , aun, pone en su verdadero plano al resto de tu obra!!!!
Al otro lado del río, hermoso...
gracias Moli
por tu comentario, alimenta mis musas
cariños
librería librerita
gracias por leer y comentar, me gusta lo de librerita!!
y si vendes libros, bella manera de mezclarse con la literatura
cariños
horacio
cuánto se evitaría si al menos hoy, se tuviera más justicia y más conciencia. aunque al menos algo se está caminando al respecto
si!! las señales hay que percibirlas y no dejarlas pasar, el problema es cuando las ignoramos
gracias siempre tus palabras amanecen
a mis musas
abrazo
colombina
gracias por leerme en este lado del río
abrazos
Sencillamente precioso, Mabel.
Es muchísimo mejor que hablen las cucharas que cualquier tipo de herramienta con gatillo.
Felicidades, amiga.
Un beso.
(por cierto, al peluche con carita de león que abraza mi hijo todas las noches, le bautizamos Clodomiro)
MABEL,bello, intenso, ùnico como todo lo que escribes
gracias por compartir tus saberes
fernando
es tal cual amigo, los pueblos aman a otros pueblos, no quieren las guerras ni las muertes inocenctes, colguemonos cucharas al hombro
me emocionó el bautismo del oso, y me da orgullo que a tantas cucharas de mi tierra el personaje vuele...
que disfrute tu niño!
gracias
meryross
amiga, nos compartimos mutuamente, toda poética tiene algo de la cual aprendemos y nos emocionamos
gracias!!
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