Tenía
trenzas en casi un rodete. Mujer pacífica en tantas realidades; pero de pronto
se dio cuenta. Los sucesos eran un hilo de eslabones en sus pies. Impedían
pasos. Estaba lejos de sus caminos
dorados del otoño. Oscura de
invierno; no descubría el nudo para desatar cadena.
Quizás estaba tan trenzada por dentro
como por fuera, era un galpón sin semillas, sin palabras ni acuarelas. Entró a él
en un arranque de deseo, tenía que conseguir tijeras abrir anillas. Retrocedió.
Una sombra casi un bulto, se movía en la
penumbra; así no podría correr, tomó una herramienta y consiguió desbaratar su
cepo. Iba a escapar desesperada, se detuvo, escuchó la queja. Era como un dolor
que quería irse, una muestra de espejo olvidado. Juana se luchaba, se
descalzaba, rompía con coraje el miedo. Quién…preguntó tibiamente. Quién,
repitió altiva en orden. En orden como voz de mando, en orden con ella después
de mucho tiempo.
Desde el fondo vio brillar un acero,
desde el fondo de su cuerpo atacó un recuerdo que quería desterrar de mucho
tiempo Buscó fósforos, de sigilo encontró aquella lámpara vieja, la encendió.
Tenso el aire, filo el filo,
la luz afuera, el kerosén adentro, dio formas y colores al espacio. No, gritó.
No le hagas nada.
Juan respondía rápidamente, sentí
ruidos, lo vi., lo seguí venía a atacarte, sus ojos fulminan. Sos su presa.
Somos. Tenemos que deshacernos de él.
Juana respiró, ni siquiera era un arma blanca;
sacó de las manos del hombre, la espátula reluciente. La de sus tiempos de
arcilla y vasijas. Se sentó, en una tierna levedad recuperada. Dónde está
preguntó él, no puede haberse ido. Si estaba aquí pesado, laberíntico.
Un espiral de pasado sobrevoló a los dos,
los dejó libres.
Deshizo su trenza, se vieron de nuevo,
cuánto tiempo sin este abrazo. Transitemos. Me importa el aire, tu olor, la
pieza del rompecabezas que terminamos de armar. Salgamos, apareció el paisaje.
Es septiembre, dijo él.
Será verano en diciembre, agregó ella. No podemos dejar pasar la rebelión de
los naranjos en flor, ni el sudor del sol, ni el agua de nuestro río
10 comentarios:
¡Que hermoso despertar Mabel! lograste con tu prosa atraparme en tu relato, y ver como salias airosa de un momento en que tu personaje se encontraba a si misma.
Como siempre me atrapa tu manera de escribir, te envidio.
Te dejo un fuerte abrazo.
Encontró la Libertad de Ser, "tu Juana"...
eres mujer poeta
Tus palabras me hacen pensar, por eso me llevaré tu magia en mi paseo vespertino, para deshacer mi propia trenza. ¿O para trenzarla aún más?
Como siempre es un placer leerte, amiga.
Un abrazo desde el final de mi verano hasta tu inminente primavera.
querido moli
no lo enviedes, porque tenemos que apreciar las diferencias, yo nunca podría escribir con tu humor
gracias lo que decís del cuento, me emociona, me dice algo hice bien
mis abrazos
Colombina
intuitivo tu comentario!!
besos de juana
en nombre mío
gracias
Mucha
gracias
eres amiga a la distancia, y compartir letras entre ambas es inmenso
fernando
cómo te fue con la trenza, la liberaste espero, y no te haya trenzado jerogíflicos
el pensamiento es libre cuando surge libre
gracias siempre es sonrisa y conmoverse, lo que me dejás por comentario
siiiiiiiii por fin primavera!! disfrutá el comienzo del otoño, suele ser también mágico!!
besos a flia
Mabel:
Encontré por casualidad tu blog, este relato me encantó y algunas fotos son excelentes.
Mi hijo Rafa creó: www.fotopoesia.blogspot.com; parecido al tuyo en el diseño, es el trabajo de su padre, mi esposo, que murió hace menos de tres años y conservamos su obra de esta manera.
Con gusto lo comparto, desde Guadalajara, Jalisco, México.
Josefina Morfín www.morfopoesia.blogspot.com
josefina
gracias por tus apreciaciones
visitaré el blog que me mencionás, me llega como un gran homenaje a quién compartió la vida en hogar, y entiendo que la presencia siempre está
un cariño sincero
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