Siempre
desafiante, aún cuando lo espera enojada.
Por que llegás siempre tarde Juan, me ponés
los puntos, me perseguís en lo que hago, nada tiene que estar fuera de tu
conocimiento; no me explicó yo misma porque sigo atada a tu obsesión.
Porque me adorás
guacha, sin mi no sos nada. Pedazo de carne diosa, susurraba y luego reía
compulsivo agregando; pedazo de carne idiota. Quién te va a mimar en la cama y
marcar la cara como yo. Si te perdono
todo mi amor. Sabés por qué, porque sos mía.
Carla, toda ella
atributo, era libre, antes, ahora más. Su único error ese hombre, su desdén, su
rabia, su verdugo.
Juan la sueña,
la cela enfurecido, la ve desnuda en la cama, quisiera decirle perversidades y
ternuras. Ella quiere un hijo, la odió por eso, por querer compartirlo, a quién
le interesa un pibe. Solos, margarita mía. Solos, le decía usurpada por los
pelos. Solos. Sos una cualquiera, te banco de lástima de asco de loco por vos nomás;
no debería si tengo a la Elvira
loca por mi, santa mina. Pero a vos, yo, a vos, no te dejo ni un segundo; viví
para mí.
Carla preparó
algo en un bolso, decidida, había resuelto sacarse la esclava del cuerpo, sacó
un pasaje, se sentó a tomar café en la terminal de micros. Algo le temblaban
las piernas, arrugaba miedo su cabello; pero no volvería atrás.
Juan le muestra
una foto a su compañero (no era la mujer que le conocían), no es una brutal
mujer pregunta; le dije…le dije…viví para mí, pero ese día fue: morí para mí (no
era la causa que contó). Y ahora me tengo que bancar un hijo mío que tuvo la Elvira, la muy yegua, no
preguntó, no consultó; en cuanto venga los boleteo a los dos (no era un arma
lógica, pero artera, la faca que le mostró). Yo siempre la sueño a Carla, la
tengo conmigo acá y golpeaba su aplastado colchón de cárcel.
Cuando Elvira
vino el día de visita, Pedro el compañero de celda se adelantó y le dio un
papel arrugadito a escondidas, ella sorprendida mientras aguardaba lo leyó de
un saque: “te va a matar a vos y a tu hijo, andate lejos por un tiempo”. Elvira
desapareció corriendo. Entonces era cierto que él cometió femicidio, no fue
como le contó, una encerrona de la policía.
Puede ser que los dos se salven de este hijo
de puta; se dijo Pedro, él que extrañaba tanto a su mujer y a sus tres hijos;
desde que su jefe lo usó de gil expiatorio para robar la empresa. Aquí, se aprende por presión a
dejar de serlo. Por eso “el cobra cuentas” tenía que saber la verdad, te digo
que mató a esa bella mujer que tiene en la foto, solo por posesión siniestra.
La cárcel tiene
distintas formas de hacer justicia.
imagen: l vuitton
10 comentarios:
¡Buenísimo!
gracias!!
es una medida para el cuento, tu comentario
felices pascuas
escritora
hermoso tu texto
Este texto da para una novela, tiene todos los ingredientes y con tu forma de escribir no dudo que sería fantástica.
Un abrazo amiga.
recomenzar
gracias dobles
cariños
luis molina
me alegra encontrarte de nuevo,
gracias por verle la proyección a este cuento
sería una novela , porque toda vida lo es...
cariños
Muy bien resuelto. Gracias por este relato.
Besos
bellisimos relatos me gusta mucho tu escritura y tambien este blog !felicitaciones
haikusan
gracias vos por leer y estimular
un cariño enorme
gladys
gracias amiga, por la visita y tu decir de lo que leíste
abrazos
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