Selva
y madreselvas las tres, un hilo de agua y un hilo las tres; tierra morena y
morenas las tres.
Cuánto
para pensar Raquela en su silla, se ve prendada desde el suelo y sus mínimos 14
años, miraba la danza entre golpes de caña gruesa, el viento era sano y la
tribu dueña de sus alientos de raza. Poco después vivía con un amor hombre, tuvo
hijos la vida cambió. Gente de afuera los
desconocía, les impedían hablar su lengua usar su predios largos. En eso
pensaba mientras trenzaba a su nieta mayor, siempre con su familia estuvo a
pesar de escapadas a tiros buscando un lugar chiquito donde hacer querencia y
subsistir de sus hierbas curativas, animales flacos y algo verde que podían
plantar.
En esas escaramuzas de cuando era pequeña
pensaba Mariela, mientras sentía la ternura de su abuela entre sus cabellos, la
amaba desde cuando mataron a sus padres en la marcha de protesta en el pueblo,
les habían bloqueado el arroyito del cual se valían para toda la vida
necesaria. Ahora que ya tengo pareja pensó, haremos la casa más grande y haré
que la abuela trabaje menos, esperaremos por los hijos hasta que logremos con
los cumpas la seguridad de una vida mejor sin apretarnos entre nosotros cada
vez que viene un mayoral a presionarnos para corrernos un poco más.
La inocencia aún estaba con Abela, aunque ya
trabajaba lavando granos para la comida, era tan lindo sentir que la peinaban, tan
lindo como haber tenido mamá casi desde que nació, por ella y su padre
volvieron a tener agüita; esas piedritas que trae el agua me van a servir para mis
collares, ese brotecito en la otra orilla parece el yuyito para curar empachos,
la mariposa no vino hoy a saludarme, estará asustada por algo; amo a mi abuela
que me hace tan rica la tortilla cuando hay papas.
Todo era silencio, pero el agua siempre murmura,
mientras el viento habla con las hojas y los granos saltan como el sonar de las
cañas en sus fiestas; pero las tres mujeres tenían una seriedad apretada en el
momento en que ancestros las tocaron en mirada. Algo pasa, algo pasó, no quiero
que pase nada. Pensamientos.
Llegaron algunos parientes corridos por
extraños, gritos, balas, un cuerpo cae, otra vez el miedo, otra vez pachamama
se retuerce. El novio muerto, y muertas las esperanzas de las tres, sólo les
queda el amor, las trenzas y la raza que no tiene que partirse.
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