
Le dijeron falta serotonina. Le gustaba lo natural.
Le dijeron hay alimentos que la producen. Pastas, dulces, pan.
Sin psicofármacos tan consumibles, se dijo.
Comió, comió, comió.
Mejoró obesa su depresión. Sin reconocerse en el espejo, no encontró su natural fisonomía.
Las hierbas eran su especialidad. No estaba más triste, reía todo el tiempo. Ignoraba ese otro cuerpo, no era suyo, sólo iba perseguidor con ella.
Sabía de las malas hierbas (le sentaba lo natural); feliz las juntó, preparó la infusión y convidó a ese cuerpo extraño que la perturbaba invadiendo su interior exterior.
Al fin llegó su necesidad, venció la depresión y murió ese cuerpo obeso.
imagen : "El cuerpo abandonado" de Silke Seybold