viernes, 28 de febrero de 2014

Era libre, antes, ahora más














         Siempre desafiante, aún cuando lo espera enojada.
         Por que llegás siempre tarde Juan, me ponés los puntos, me perseguís en lo que hago, nada tiene que estar fuera de tu conocimiento; no me explicó yo misma porque sigo atada a tu obsesión.
         Porque me adorás guacha, sin mi no sos nada. Pedazo de carne diosa, susurraba y luego reía compulsivo agregando; pedazo de carne idiota. Quién te va a mimar en la cama y marcar la cara como yo.  Si te perdono todo mi amor. Sabés por qué, porque sos mía.
         Carla, toda ella atributo, era libre, antes, ahora más. Su único error ese hombre, su desdén, su rabia, su verdugo.
      
        Juan la sueña, la cela enfurecido, la ve desnuda en la cama, quisiera decirle perversidades y ternuras. Ella quiere un hijo, la odió por eso, por querer compartirlo, a quién le interesa un pibe. Solos, margarita mía. Solos, le decía usurpada por los pelos. Solos. Sos una cualquiera, te banco de lástima de asco de loco por vos nomás; no debería si tengo a la Elvira loca por mi, santa mina. Pero a vos, yo, a vos, no te dejo ni un segundo; viví para mí.

       Carla preparó algo en un bolso, decidida, había resuelto sacarse la esclava del cuerpo, sacó un pasaje, se sentó a tomar café en la terminal de micros. Algo le temblaban las piernas, arrugaba miedo su cabello; pero no volvería atrás.

       Juan le muestra una foto a su compañero (no era la mujer que le conocían), no es una brutal mujer pregunta; le dije…le dije…viví para mí, pero ese día fue: morí para mí (no era la causa que contó). Y ahora me tengo que bancar un hijo mío que tuvo la Elvira, la muy yegua, no preguntó, no consultó; en cuanto venga los boleteo a los dos (no era un arma lógica, pero artera, la faca que le mostró). Yo siempre la sueño a Carla, la tengo conmigo acá y golpeaba su aplastado colchón de cárcel.

      Cuando Elvira vino el día de visita, Pedro el compañero de celda se adelantó y le dio un papel arrugadito a escondidas, ella sorprendida mientras aguardaba lo leyó de un saque: “te va a matar a vos y a tu hijo, andate lejos por un tiempo”. Elvira desapareció corriendo. Entonces era cierto que él cometió femicidio, no fue como le contó, una encerrona de la policía.

      Puede ser que los dos se salven de este hijo de puta; se dijo Pedro, él que extrañaba tanto a su mujer y a sus tres hijos; desde que su jefe lo usó de gil expiatorio para robar  la empresa. Aquí, se aprende por presión a dejar de serlo. Por eso “el cobra cuentas” tenía que saber la verdad, te digo que mató a esa bella mujer que tiene en la foto, solo por posesión siniestra.

      La cárcel tiene distintas formas de hacer justicia.


imagen: l vuitton