Consagrada a la sumisión. Petrona se rebela, jamás volvería el escozor de compartir aliento con el que fuera su descompañero. La llevó el viento, los inviernos, los partos, los veranos y cada otoño soportado aún en primavera. Tantos años…
Levantar la almohada y abrir la puerta.
Petrona tiene una cama doble, una cama sola, medias en los pies y la misma almohada. Le pesan las tintas y las piernas viejas. Pero cuenta cada año los días faltantes para beber nueva primavera; porque no mata su deseo, ahora puede ser libre por todos los minutos restantes de la tierra.
imagen:
La
Dormeuse (1932) de Tamara de Lempicka