martes, 30 de septiembre de 2008

También florecen amapolas






Animal de laberinto.

Eso podría ser don Gracián. Cada día el tren, le movía los cimientos de la vieja casa.

Por dónde salir del trágico bolsillo con las cuentas por pagar. La quinta del fondo florecía; pero las puertas que antes compraban ante su canasta fresca, las cerrojó el supermercado.

¿Y si fuera pájaro? Sus veteranos árboles y un clavel del aire lo llevaron a la salida, frente al aroma ancestral del laurel y del romero.

Entonces fue a la cocina, el lugar que Braulia, su compañera, veneraba sin laberintos; porque la ventana siempre era un sol con salidas y en su macetero siempre nacían amapolas guachas.

Vamos Braulia, abramos la mazmorra de los pájaros. Hoy me di cuenta que toda encerrona tiene posibles, si vibra por el tren es porque aún pasa y si lo oímos es porque estamos vivos y aún nos mueven el deseo de los cuerpos, el trabajo de las manos en la huerta y los ojos para pelearle un lugar al monedero y disfrutar el chispazo del canto de los pájaros como una gratis comedia, del laberinto de amores que es la tierra.

Atardece y caen dátiles maduros de la vieja palmera revolucionaria.



imagen : "las cosas se fueron detrás" de Don Eugene Seastrum

Sin azúcar




Sí, hierve el café.

Recordó otra ebullición. Pero lo cierto es que está solo frente a dos tazas. Dónde, habían quedado las manos que se supieron de la misma tinta, aquella vez sobre otra mesa.

Volvió a mirar, la mujer no estaba; al fin lo confirmaba, lentamente…Desde ese olor a café penetrándole el olfato, viajándole hacia adentro; poniendo de marrón caliente su sangre y demasiado ardiendo su cabeza.

Carajo, qué se le fugó la vida; haciendo mucho fue hacer nada. Esperaba un milagro para sus huellas malas. Nadie vuelve a lavar las tazas, si el agua que se arrastra está podrida.

No, ella no habitaba allí, desde hacia veranos y vientos y hendijas congeladas de la casa. Ahora entiende. No podía quedarse junto a alguien como él, que aún no sabía ni su nombre ni su talla. Había robado por años el café y una fachada; hirviendo toda su vida y su apellido en la mentira.


imagen: "motas de polvo a la luz del sol" de Vilhelm Hammershoi-Dinamarca