viernes, 29 de junio de 2007

Familia con manzanas







En dónde crecía esta familia, como verdes brotes de un manzano, se aprestaban siempre a morder bocadillo de futuro en genuino fruto .El rotulador de la entrada decía: madriguera, dulce, madriguera.

Cualquier atacante creía que era fácil colarse por las grietas; algún hilo de sol nocturno destilaba hacia afuera por ellas. No, no era fácil, lo olían se preparaban al despedace, no eran de aquellos que descuartizaban...solo elegían la manzana adecuada para defenderse, eso si, les exigían comerla .Verde con ajenjo para condenarlos a vivir para siempre con la hiel de hienas adentro de su boca, igual que los rancios actos que traía en su vida el agresor .

Anónimo era el hombre de la voz que a veces salía de una vieja radio sobre la mesa de cemento, incitaba siempre a consumir lujos de castillos, 24 horas de bingo y hasta ficciones de la política de turno. Por eso el padre fue comisionado, debió entregarle un canasto de rojas manzanas impregnadas con hierbas de hablar verdad, por una noche los oyentes supieron que los artículos de oropeles eran de herrumbre, que los bingos tenían falso el azahar y desenmascaró actos de gobierno.

El más pequeño de los hijos se desgarró deplorablemente un dedo, buscaron médico y pasaron horas en la cola por bonos de obra social, en espera de turno en consultorios; donde fueron atendidos como ganado y de fin, la medicación no pudieron pagarla. Buscaron la manzana amarilla que puesta a iluminar al niño actuó de sol y secó la herida. La misma manzana fue escrita milagrosamente por un largo panfleto denunciante y más misteriosamente pasó de mano en mano hasta formar una cadena de protesta por la miseria del sistema de salud. Las autoridades están pergueñando cambios más favorables, temen a la manzana trasgresora militante y amarilla; pero sobre todo a esta alternativa familia.

No les importaba que los llamaran beligerantes, sólo tenían la unidad de familia como escudo y amor de protegerse, para divulgar buscando apuestas a vivir igual y entre vecinos.

La versión de los diarios, hablaba de brujería, inquisición de nuevo para el siglo XXI reclamaban.

Nadie sabía que ellos tenían su madriguera a un paso de la puerta por donde Alicia salía e ingresaba al país de las maravillas. Y ellos las comprobaron tan ciertas, entonces, porque no hacer con sus manzanas, maravillas de lo humano en una vida suficiente entre los troncos y sus brotes.

Núcleos, amor y un manzano



mabel casas


Convocatoria: este texto surge de una invitación a tallerear de la trinchera de juan de los palotes
sobre las siguientes palabras familia, bocadillo, rotulador, atacante, anónimo, dedo, beligerantes, versión y Alicia humano(crear un texto en alrededor de 15 minutos).Si alguien se motiva a seguir con sus propios viajes que le surjan de estos vocablos, dejen aviso así los visito para leer y nos vamos entrelazando como otro tejido de colores palabras, como las manzanas.Mis cariños a quienes lean y/o se prendan a experimentar: mabel desde mis orillas de cuentera.

Imagen: "Abol de manzanas" de Carl Corey

domingo, 24 de junio de 2007

Los originarios



Una contusión a veces anuncia llegada.
El piso ardía con el sol de febrero, el cuadrado mal trazado, decía ser plaza.
Un aire despoblado yacía entre caserío asentamiento.

Los ambulantes sudaban porque no eran de los que deambulan un ocio, buscando sombra. Con los flecos del orgullo ellos se decían vendedores. Era domingo llegaban a pié con hombros ignorados por tanto bulto a la espalda. Una bolsa extendida y el apuro de esparcir sus armas de guerra simple, esa que se pegaban cada día por algo parecido a sobrevivir.
De a poco los colores pintaban surrealismo, envidia de Dalí si bajara al valle. Tomates, frutos dulces, calabazas, semillas, flores, bordados de lana, lanas de telares, telares en ponchos. Mezcla, gritos oferta adagio, que va subiendo el coral del altiplano.
La compra, trajín, regateo y trueque. Que mi moneda de tanta leña cortada en el monte y la mía espumando río vale (las crías deben comer toda la semana con el estire de lo que compre esta moneda).

Ahí fue la coalición.

Un hombre va viene, que entrega albahaca apila papas vocea menta de orilla del cerro, cuida de moscas las corre a soplidos ¡ con las reliquias de sus barros no!.
Una mujer, lavandera, gurises tres; sin marido de coraje que se le quedara apechugando juntos; apura (¿por qué los domingos tantos cumpas exigen la ropa lista pa` la tarde? y sino se cumple no hay paga). Corría buscando mandarinas cebolla y un poco de albahaca.( huy que sin harina no tiene el tortón del desayuno de los lunes y cada día hasta que vuelva el domingo) Recuerda y compra.

Y se produjo. Se toparon, se odiaron con los ojos en inicio, se temblaron en las manos al apoyo mutuo por levantarse. Alguna excusa, una queja ¿pucha, no me vio?, una mirada; un vínculo cruzándose y la incomprensión de un sentimiento improvisado qué les jugaba dentro, trajo dos perdones casi en dúo de sus voces.
Mientras separaban verduras de ropa pulcra y sacudían frutas de entre el jabón. Se presentó él: me llamo Uña de Tierra, soy medio arisco sabe ( pa` moverme digo) me voy vengo afanado por la venta y usted que anda medio distraída mi querida señora Mano de blanco ;la anombro así porque veo que viene húmeda del río.
Así fue que el contó no saber si lo llamaron alguna vez de otro modo, nació limpiando surcos, haciendo hoyo pa` semilla. Nada es más horizonte llegado que andar metiendo uñas en la tierra y sentirla, agradecerle. Después todo lo germina.
Frente a frente, ni sombra hacían, el sol rechinaba mediodía a sus cabezas. El orden del lienzo acuarelado en frutos por el piso y el atado níveo en el regazo; brillaban humildes, mudos; algo estaba sucediendo. Tanta quietud y tanta prisa antes.
A mi, dijo la dueña del aroma soleado, me han sobrenombreado fiero por tantas rondas de mi vida que ya ni la memoria me guarda el de nacimiento. Me presento entonces con su bautizo: Mano de blanco, gracias, ese me viste y anombra como un frescor de leche y menta en el decirlo.

El calor, el domingo, la hora, la gente ya huía tras sus mismas huellas en busca de sombra pan, descanso ganado.
Recogieron sus pertenencias: trastos y nombres; comenzaron a regresar.
Había en el vapor de las ropas y cuerpos, un aroma de haberse emparentado, presagiando guisada con albahaca y camisa limpia. Bajo mismo techo cercano al río.


miércoles, 20 de junio de 2007

Educación obligatoria



Paraje del norte argentino, catorce changos en la escuela rural, casa, comida y cerros.
Una mamá cocinera y una pareja de maestros, viven allí durante el período escolar donde todo está demasiado lejos.
No sienten la obligatoriedad están hambrientos de necesidad.
Pasan muchos días aprendiendo con los pocos elementos y con el mundo amor que les ofrecen los tres adultos y el paisaje.
Cada mañana y cada noche los saludos son ineludibles y caricieros. Buen día al sol al verde a los pájaros, un beso entre todos de igual que se repite en el buenas noches con el soplido de las velas.

Algunas veces, allí donde no llega nadie a llevarles lo que les debe ser preciso poseer, curiosamente suelen verse acercar entre los cerros cabalgatas de turistas buscando ver lo exótico. Los niños que siempre esperan, son los primeros en avistarlos, dan aviso y comienza el esmero propio. Se lavan, se limpian la ropa con un trapito mojado y ríen pensando que hablarán besarán les mostrarán sus dibujos sus huertas. El abrazo al mundo que no conocen y aún creen ; está en esa ilusión; ser parte y significar también persona para los otros que conjeturan serlo.
Y cuando pasan sin acercarse demasiado, ni los saludan con la mano, ni siquiera un chau que se quede haciendo eco engañoso multiplicando voces humanas que compartan.

Los colores circundantes se desparraman en los atardeceres y cubren de universo la necesidad del abrazo, mientras los pájaros llenan de ecos el vuelo de mil saludos. Ellos , pequeña geneación pura, no se intiman a la enseñanza, la beben día a día y la devuelven desde sus gestos y sus ojos.


Otros se adeudan una educación obligatoria. Hay una deuda colectiva que mirar.



mabel casas 20-6-07
Inspirado en anécdota del trapito mojado contado por la docente desde el lugar real, en “Humanos en el camino” Telefé. Bs As/2006