sábado, 31 de agosto de 2013

Estado del paisaje












    El entrerriano perseguía hormigas por el andén. Sí, Don Braulio se tomaba seriamente esto de conservar las reliquias pasadas. Bien sabía que el tren ya no pasaba, fenómenos del país que perdió en las vías; contra los intereses que rodaban por las rutas. El truculento avance de los emporios vence a  los pueblos y  dejan a sus gentes aisladas, sin aquel medio ferrocarrilezco que acompañó sus necesidades, comunicaciones y soledades allá lejos.
     Ahora su vida descascarada solo tenía el interés por la belleza que representaba el pastito en la estación en trance suspendido, cuidado; así como sus frutos de la huerta en los terrenos abandonados que antes servían de estacionamiento. Nadie venía por allí, así que él se instaló su casa, en la boletería cocinaba y en la sala de espera dormía; todo pulcro hasta los baños, Gracias a la bomba manual que perduraba y su bracero, hasta bañarse era una fiesta de hogar.
     Aquel día agachado en su viaje con las hormigas, no vio a Martina que se acercaba, peligrosamente transparente desde su piel a sus ojos grises y su vestido. De golpe escuchó a una hembra con un vaivén gramatical desconocido. Se levantó como un caballo instigado por un trueno, no la conozco pensó, iba  preguntar cuando ella le ganó el inicio de una partida inacabable.
     Será que vos y yo somos ratas de nuestras propias madrigueras. Lo sorprendió, lo ofendió, ni rata ni madriguera le dijo, quizás vos…
      Que sabés lo que es la vida de una rata, que entendés por la dicha de tener tu madriguera.
No me corras con tu lengua señora, y tu afán de dejarme fuera del conocimiento. Mirá entrerriano, vos y yo sabemos que mis palabras encierran una metáfora. Él se adelantó ante lo impredecible, lo conocía, esta mujer, lo estaba envolviendo y a la vez le sonaba que dentro de esa transparencia, la leía, la escuchaba dentro de sus historias como de siempre; haciendo esos arabesco con las palabras. Quién sos, madeja de misterio aunque a la vez te percibo. Tenés ese olor que queda evocado en húmedos pasos de mi Entre ríos, quién sos.

      Ella  le pidió agua, se sorprendió con la casa aquella envuelta entre pasados de guardas, silbatos, boletos y valijas. Se vio pequeña, jugando a ganar con sus frases y chispas de vocablos ante aquel niño que jugaba con trencitos de juguetes, le contó cosas de su vida, de su nombre y del de él, de aquella quinta que juntaba familias de peones en trabajo y los juntaba. De un primer beso debajo de los sauces y el baño en arroyo que quitó su virginidad y creó su bronca y su huída, no era justo que un capataz ajara a una niña de ese modo. Braulio recordó, y odió a ese hombre que fue odiado por todos los gurises por la misma causa y de cómo un día su padre no pudo contenerse y lo dejó fuera de juego.
      Cada uno había tenido viajes pausa, agujeros, montes florecidos y de golpe, sólo estaban de frente.
      Ella pálida, el rojo por el sol de años, ella mucho encerrada por un viejo miedo y viejos hombres.
      Ahora los dos de cara, tomaban mate, era como aquel tiempo de chicos, con la experiencia de los años. Entonces sabían que la piedra también se gasta, y era tiempo de ofrecerse en la madurez a jugar
la inocencia respetando las migas de las piedras.
        Querés quedarte, los dos como ratas sin pasado…en esta madriguera signo de abandono, impunidad de destierro;  pero con este olor que trajiste de nuestra tierra origen, y el calor que mis manos le ponen cuando cocino.

       Y los malvones florecidos dijo ella y lo abrazó, comenzó lavando un repasador, y poniendo su saco en el respaldo de una silla. Quizás sus vidas apaleadas habían llegado a encontrar un trébol de cuatro hojas en el andén de la estación. Y ella también podía guardar el sueño de volver a oír el bullicio de un día en que paren los trenes y los campesinos carguen sus bultos resucitando.
      Braulio pensó que tenían derecho a vivir las hormigas.



imagen: 

http://1cruzdelsur.wordpress.com/2012/04/06/detenido-en-el-tiempo-en-una-vieja-estacion-del-ferrocarril/



2 comentarios:

Colombina dijo...

El tren ya no pasaba...¡Cuántos pueblos y personas se perdieron en las vías!

mabel casas dijo...

y lo triste, ha dejado tantas pérdidas no vistas ni entendidas por los que contribuyerosn a ello,pero han quedado sus místicas, sus misterios y su magia a la espera de volver a ser...y ofreciéndosenos para nuestras miradas...